Los alumnos del Pedro de Valdivia preparan un baile de fin de curso contra el acoso escolar

Por ello, Orrego subraya que con esta iniciativa se explica, trabaja y tratar este grave problema social con alumnos de infantil y primaria, y a su juicio, está dando resultados positivos y satisfactorios.

Baile

«La coreografía es casi una alegoría, y como tal, cada elemento no es gratuito; sino que está lleno de simbología y plasticidad» aclara.

La monitoria explica que al ritmo de una canción, salen al escenario, en fila, ocho alumnos vestidos totalmente de negro, con las manos cruzadas sobre el pecho. Este último gesto fue idea de un alumno llamado Gabriel, porque a su juicio, si nosotros representamos a los niños acosados, necesito protección, así estoy pidiendo ayuda.

Una vez en el centro del escenario, alzan unos enormes carteles blancos que llevan escrito compañerismo, apoyo, amistad, comprensión, tolerancia, respeto, igualdad y convivencia. Otro grupito formado por nueve alumnos sale al escenario y les rodea. Este momento es precioso y goza de gran vistosidad; pues, son alumnos de cinco años vestidos con la camiseta del colegio (color verde; no es casual) y con globos de colores en ambas manos; representan la ilusión, sueños e inocencia de los niños, las ganas de volar. Y así, irrumpe una nueva fila de catorce alumnos (vestidos también con la camiseta verde del colegio), portan unos enormes platos de cartón dorado y en el centro una letra, hasta formar: No acoso escolar. Ellos también nos rodean, y así, tres corros concéntricos llenos de colorido vencen al acoso, pues, los niños vestidos de negro, al abrirse los corros, aparecen con las camisetas verdes del Colegio.

Posteriormente, según relata Mª de los Ángeles Orrego, el orden desaparece; ahora todos juntos representan juegos infantiles comoel corro de las patatas, juegos de manos y puente. Una escena típica de un recreo en el patio del colegio, donde todos los niños son iguales pero cada uno es diferente, especial y único. Poniendo fin con un abrazo multitudinario; los brazos de los niños acosados ya no son una coraza para protegerse, están perfectamente integrados, conviviendo y abiertos a la vida.