Diego Morillo Fernández, reputado ganadero castuerano, comenzó en el negocio "por arraigos familiares". De padres y abuelos ganaderos, es hoy un referente a nivel nacional de ejemplares y sementales y de quesos con la Denominación de Origen 'Queso de La Serena'.
Hace catorce años decidió montar una ordeñadora y vender leche, pero "no salían las cuentas" por el precio del producto, por lo que decidió montar entonces una fábrica de queso. "Eran buenos tiempos", afirma, ya que existían organismos como el CEDER que le ayudaron "con un buen empujón económico" y consiguió sacarla adelante. Contó también con subvenciones económicas de la Junta de Extremadura, pero aun así tuvo que costear "más del 50 por ciento" del coste total, siendo un riesgo notable que denotaba la plena confianza en su producto y su trabajo.
"Apenas había queseras, todas estaban empezando", aclara, "y existía una gran demanda". En un primero momento, fabricaba el queso en la finca y también hacía allí el proceso de maduración. Poco después, decidió hacer una nueva inversión y creó un centro de maduración, aunque la fabricación del producto seguía haciéndose en el campo. Mientras tanto, la ganadería seguía siendo su principal actividad.
Así, tuvo "la suerte" de pertenecer a la Asociación de Criadores de Ganado Merino Selecto, que le permitía vender sus ejemplares "por todas las ferias del país" y a buen precio. Además, su ganado se revalorizaba y suponía una marca de garantía y calidad.
Por otra parte, la fabricación de queso en la finca comenzó a ser un problema y tomó la decisión de invertir nuevamente en la fábrica de quesos, que a día de hoy mantiene. Pero no termina ahí y además crea una fábrica de requesón. La fabricación de este producto, conocido como 'nazurón' en otros lugares, consiste en volver a cocer el suero del queso hasta conseguir una temperatura óptima y lograr que se cuaje de nuevo. "No es un producto muy demandado", explica Diego, por lo que tiene "una mala distribución y salida".
Hoy en día, la clave del éxito de Diego, que "invertía cuando terminaba de pagar una inversión anterior", es que ha logrado completar "un clico cerrado". Cría ganado y vende ganado selecto, recoge la leche y hace queso, del queso el requesón, y el material que sobra lo lleva a una explotación de cerdos. Toda la rentabilidad que da su ganado, recae otra vez sobre él.
En materia de ganadería, Diego empezó teniendo muy pocos ejemplares y, "poco a poco", ha conseguido tener más de 5.000 ovejas. Ahora "la situación económica es muy mala" y no hay dinero para hacer este tipo de negocios. "Poner en marcha una explotación ganadera necesita de una inversión muy fuerte", indica, "y los jóvenes que quieran empezar necesitan algún respaldo económico". "Si por ejemplo su padre tiene 1.000 ovejas, que le dé 200 al chico" y esté así acompañado de quien pueda ayudarle, explica.
Diego agradece mucho a sus padres que le dieran "el primer empujón". "Tal vez entonces hubiese podido empezar solo", pero "a día de hoy es casi imposible".
Además, la ganadería s expone a otros problemas en la actualidad, como los derivados del arrendamiento de fincas. "Se paga mucho dinero por los alquileres", dice Diego, que añade que hay otros muchos gastos como "el desplazamiento, el combustible, y el incremento del precio en relación a otros productos".
También se han reducido las ayudas "en un 12 por ciento" al entrar otros países miembros en la Unión Europea, y "es algo que se nota muchísimo", asegura.
Ahora, gracias a organismos como el Salón Ovino, "podemos dar a conocer nuestra zona, capital de La Serena" y obtener múltiples beneficios. Además, Diego cree que "ayuda mucho al mundo rural y crea muchos puestos de trabajo", algo vital en la actualidad.
La ganadería es algo nuestro, de La Serena, y es un bien preciado que debemos cuidar y potenciar. Además, es un sector básico que abastece de las necesidades primarias y del que dependen otros muchos. Y, que quede claro, "labradores no sé si seremos, pero como ganaderos no nos gana nadie en toda España", asegura, convencido y orgulloso, Diego.